Ruido
Por la ventana entra un poco de luz gracias al foco del patio, a mi izquierda estas tú, roncando como si de tu vientre tratara de salir un ser de otra dimensión. A mi derecha, tu gato, lindo y gris, pero encajoso y celoso solo como los mininos pueden ser. Su fuerte ronroneo me ha despertado mil veces y su insistencia en meterse entre mi espalda y tu pecho me tiene harta. No se cual de los dos es más ruidoso si "grisesin" o tu rugido nocturno. Detrás de tanto y tanto, escucho el clic de las manecillas de tu reloj y hasta el crujir de la madera de la escalera. Doy vueltas y vueltas pero nada, ninguno de los dos cesa de dar concierto. Escucho unos pasos en el patio, unos pequeños golpes y una voz medio ronca y torpe que dice "Sol", hasta este momento no sabía que así se llamara la vecina. Otros tres golpes y el mismo nombre se repiten. Creo que hoy no voy a dormir. Hago a un lado la cobija de tigres que tu madre nos regalo el invierno pasado y desenredo la sabana de flores que compre en pagos la semana pasada. Con esa agilidad propia de un gato, "grisesin" toma mi lugar en la cama y te lame el pecho.
Por fin, la mujer abre; su pelo esta igual de sucio y sus ojos hinchados, no se si es por su problema o porque la despertó. Sin darle tiempo a decir algo la empuja hacia dentro del cuarto y escucho como cae sobre trastes, el entra y cierra la puerta, no puedo ver nada. Gritos, llanto y suplicas se mezclan con tus ronquitos y los ronroneos, volteo a verte y parece que esto es un sueño, de esos en los que no puedes gritar, nadie te ayuda y no tienes ni fuerzas para defenderte. Más gritos ahora de los niños, cosas que caen, más suplicas y una frase que creo nunca podré olvidar: "pendeja, te miastes del miedo???". Me siento en el suelo y abrazo mis piernas, quiero llorar pero temo que esto te despierte y que ese hombre también nos haga algo. Más golpes, más ronquidos, ronroneos. Silencio, un espacio de silencio en el cuarto y con los ruidos de aquí se mezcla el abrir y cerrar de una puerta, unos pasos entre los charcos y la puerta de la calle. Por fin, tengo el valor de pararme y ver por la ventana, no hay nada, solo la luz del foco. Regreso a la cama, a mi izquierda tu cuerpo y tus ronquidos, a mi derecha el gato. Te abrazo y dejo que el gato se meta entre nosotros, busco dormir, es mejor acostumbrarme a ustedes, a sus ruidos nocturnos. Son mejores que los de afuera.
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